Cuando se habla de rascacielos, hay varios en España que irremediablemente volarán nuestra cabeza y puede que nos deje con un poco de dolor de cuello. Es por eso que hoy, te invitamos a conocer 5 de ellos.
1. CUATRO TORRES, MADRID
El techo de España aparece en el horizonte para aquellos que llegan a Madrid desde las carreteras y autovías del norte. Los más de doscientos metros de altura que reúnen cada uno de los rascacielos del complejo Cuatro Torres, hoy cinco, al final de la Castellana han cambiado el skyline madrileño, y añadido un símbolo más a la arquitectura de la capital desde que comenzaron a edificarse en el año 2004.
2. TORRE SEVILLA, SEVILLA
Es muy probable que César Pelli, veterano en la construcción de rascacielos alrededor del globo, nunca llegase a imaginar las sensibilidades que despertaría un proyecto que dotaría a Sevilla de su primer rascacielos.
Con su proyecto, el autor de las Torres Petronas despertó las suspicacias de unos sevillanos y sevillanas que idolatran a la Giralda, un símbolo que ostentaba el trono de edificio más alto de la ciudad hasta la finalización de la Torre Sevilla en el 2015.
En los días claros pueden verse sin dificultad las montañas de la Cordillera Penibética, y por supuesto, la Giralda, la Plaza de España, la Alameda de Hércules, la isla de la Cartuja y los campos del Aljarafe hasta que la vista se pierde en los límites con Cádiz y Huelva. La Torre Sevilla cambió la apariencia de Sevilla, pero a cambio, proporcionó un mirador que todo sevillano debería visitar para reconciliarse con el rascacielos.
3. TORRE IBERDROLA, BILBAO
La Torre Iberdrola también cuenta con la firma de César Pelli, aunque en Bilbao, la idea del arquitecto argentino cosechó más alegrías que la Torre Sevilla. La metamorfosis de la ría del Nervión comenzó con la construcción del Museo Guggenheim de Frank Gehry en 1997, y la veda se abrió para convertir en antiguo paisaje de hornos, fábricas, siderúrgicas y gabarras en un proyecto digno del nuevo milenio.
El rascacielos guarda gran semejanza con otros proyectos de César Pelli, como las Cuatro Torres de Madrid. Las formas geométricas apuntan hacia la curva, y la superficie acristalada refleja los cielos nubosos que suelen cubrir Bilbao.
4. EDIFICIO INTEMPO Y GRAN HOTEL BALI, BENIDORM
La célebre localidad alicantina de Benidorm es el mejor ejemplo de cómo los promotores urbanísticos pueden llevar hasta límites insospechados sus ansias de exprimir la gallina de los huevos de oro.
Los hoteles destinados a albergar las masas de turistas que cada verano acudían en mayor número en busca del sol de Benidorm fueron creciendo en altura y extensión, hasta que el suelo alcanzó unos precios que obligaban a mirar hacia el cielo. Había que construir más alto, y de dicha necesidad surgieron dos edificios que se han convertido en emblemas de Benidorm: el Edificio Intempo y el Gran Hotel Bali.
El primero de ellos se encuentra cerrado al público, en fase final de construcción, aunque permite admirar su característica forma de gigantesca letra M. Acabado en tonos dorados, el edificio Intempo (202 metros) parece propio de Las Vegas o Atlantic City, y está provisto de un aire exótico inspirado en los rascacielos asiáticos.
Muy cerca del Edificio Intempo se encuentra el Gran Hotel Bali, que con sus 186 metros es el hotel más alto de Europa desde el año 1998. Su arquitecto, Antonio Escario, proyectó un edificio que se ha convertido en modelo para los hoteles que buscan la altura como firma diferenciadora, y puede afirmarse que el Gran Hotel Bali es un edificio tan alto como seguro.
Para su construcción se emplearon 22.000 metros de hormigón, una cifra cercana a la que ostenta la construcción del Eurotúnel del Canal de la Mancha, y que permite el Gran Hotel Bali ostentar la corona de los complejos hoteleros de Benidorm. Dicen sus clientes que, desde su azotea, en los días más claros de la primavera, pueden contemplarse las costas de Ibiza.
5. TORRE DE LA ROSALEDA, PONFERRADA
La inclusión de la Torre de la Rosaleda, con 107 metros de altura sobre el valle del Bierzo, obedece a su sorprendente ubicación. Pocos esperan encontrar semejante rascacielos junto al río Sil, y en una ciudad pequeña como Ponferrada, y por eso la Torre de la Rosaleda se ha convertido en un icono de la comarca leonesa, con permiso de Las Médulas.
Su concepción como edificio residencial también sorprende, ya que los rascacielos suelen ser concebidos para albergar oficinas o sedes de multinacionales. La Torre de Ponferrada superó a la torre de la Catedral Nueva de Salamanca como el edificio más alto de Castilla y León cuando fue terminada en 2009, aunque sus excesos se llevaron por delante a la constructora que dio lugar al proyecto.
Tampoco atrajo compradores para sus locales, y ha tardado más de doce años en llenarse de vecinos que han debido afrontar numerosos pleitos con las administraciones que abandonaron el proyecto debido a su escasa rentabilidad.
La Torre de la Rosaleda supone el mejor ejemplo de que un rascacielos no siempre significa prosperidad, como en los casos de Bilbao y Benidorm. Los gigantes que rozan el cielo suelen albergar en su historia comienzos complicados, aunque nunca dejarán de edificarse por nuestra afán de mirar cada día desde un lugar más alto.