Uruguay es el único país de Latinoamérica que no celebra oficialmente la Navidad, una decisión histórica que se remonta al 1917, cuando el presidente José Batlle y Ordóñez decretó transformar el 25 de diciembre en el «Día de la Familia».
Esta medida radical formó parte de un proceso de secularización que buscaba separar completamente el Estado de cualquier influencia religiosa.
La decisión de Batlle y Ordóñez fue profundamente controversial en su momento. Como liberal progresista, creía firmemente que la familia constituía la base fundamental de la sociedad, más allá de cualquier tradición religiosa. Su objetivo era crear un día de celebración universal, independiente de credos o convicciones particulares, donde todas las familias uruguayas pudieran reunirse y celebrar su amor y apoyo mutuo.
Esta transformación no se limitó únicamente a la Navidad. Uruguay también modificó otras celebraciones religiosas tradicionales: la Semana Santa pasó a llamarse «Semana de Turismo», el Día de Reyes se convirtió en el «Día de los Niños» y el Día de la Virgen María se transformó en el «Día de las Playas». Estas modificaciones reflejaban un compromiso profundo con un estado verdaderamente laico.
A pesar de la eliminación oficial, los uruguayos mantienen muchas tradiciones navideñas. Las familias siguen reuniéndose el 24 de diciembre, preparando asados tradicionales, lanzando fuegos artificiales y decorando sus balcones. Los niños continúan escribiendo cartas a Papá Noel, y algunas familias incluso participan en campañas como «Navidad con Jesús» promovidas por la Arquidiócesis de Montevideo.Uruguay se distingue por tener la población más secular de América Latina.
La separación entre Iglesia y Estado ha sido un principio fundamental desde principios del siglo XX, garantizando la libertad de cultos y evitando que el gobierno se asocie con festividades religiosas específicas. Esta decisión refleja un compromiso profundo con la diversidad y el respeto por diferentes creencias.
Es importante destacar que, aunque oficialmente no se celebra la Navidad, el 25 de diciembre sigue siendo un feriado nacional dedicado a la familia. Las familias uruguayas aprovechan este día para reunirse, compartir una comida especial y fortalecer sus lazos, demostrando que la esencia de la celebración trasciende su denominación religiosa original.
La transformación del calendario uruguayo representa un ejemplo único de cómo un país puede mantener sus tradiciones de reunión familiar mientras se distancia de connotaciones religiosas específicas. Uruguay ha logrado crear un modelo de celebración que prioriza los valores humanos de amor, unión y respeto por encima de las diferencias culturales o religiosas.