Más allá del Círculo Dorado y la Laguna Azul, Islandia guarda paisajes que parecen de otro planeta. Es una tierra donde el fuego y el hielo coexisten, donde los glaciares respiran y los volcanes murmuran bajo la tierra.
Entre cascadas ocultas, playas negras y montañas cubiertas de musgo, estos son los 5 destinos poco conocidos que revelan la magia más pura del país nórdico.
1. Thórsmörk – El valle de los dioses
Llamado así en honor al dios nórdico Thor, Thórsmörk es un santuario natural rodeado por tres glaciares. Llegar no es fácil: solo los vehículos 4×4 pueden cruzar los ríos que lo protegen.
Pero una vez dentro, el paisaje parece salido de una saga vikinga. Sus senderos ofrecen vistas de montañas cubiertas de lava, bosques verdes y cañones profundos que cambian de color con la luz.
2. Hveravellir – Oasis geotermal en el corazón de las tierras altas
Entre los glaciares Langjökull y Hofsjökull se encuentra este paraíso de aguas termales humeantes y fumarolas que parecen susurrar desde las entrañas de la Tierra.
Hveravellir es ideal para quienes buscan aislamiento absoluto: aquí no hay más sonido que el viento y el burbujeo del agua caliente. Sumergirse en sus pozas naturales bajo un cielo estrellado es una experiencia casi mística.
3. Stokksnes – Donde el mar y la montaña se enfrentan
En la costa sureste de Islandia, la península de Stokksnes ofrece una de las vistas más dramáticas del país. La montaña Vestrahorn, con sus picos escarpados y su reflejo sobre la arena negra, crea una escena de otro mundo. Es un paraíso para los fotógrafos y los amantes de lo sublime, especialmente al amanecer o durante las auroras boreales.
4. Borgarfjörður Eystri – El escondite de los elfos y los frailecillos
Este remoto pueblo pesquero en el este de Islandia combina mitología y vida salvaje. Se dice que las colinas que lo rodean son hogar de los elfos islandeses, mientras que sus acantilados se llenan de frailecillos durante el verano.
Además, es uno de los mejores puntos de partida para hacer senderismo por paisajes que mezclan mar, montaña y soledad absoluta.
5. Rauðasandur – La playa roja del oeste
A diferencia de las típicas playas negras islandesas, Rauðasandur sorprende con su arena color dorado-rojiza que cambia de tonalidad según la luz.
Es un lugar tan remoto que apenas recibe visitantes, pero ofrece una serenidad inigualable. Desde allí se pueden observar focas descansando en la costa y, en los días despejados, ver los acantilados de Látrabjarg en la distancia.


